En la provincia, sólo el 5 por ciento de los divorcios acaban con la implantación de esta medida.
Muchos niños llegaron del colegio esta semana a sus casas cargados con pequeños regalos que ellos mismos habían hecho en clase para sus padres. Era su día y había que celebrarlo. Sin embargo, no fueron todos, ya que a algunos progenitores no les coincidía con el régimen de visitas impuesto por el juez después de la ruptura con la que fue su pareja. Una treintena de ellos aprovechó la ocasión para luchar por la custodia compartida y se concentraron ante la Ciudad de la Justicia para exigir que esta medida deje de ser una excepción. Y es que pese a que el Tribunal Supremo avala esta forma de proceder tras una separación y los magistrados malagueños también la defienden, lo cierto es que la guardia y custodia compartida es una opción minoritaria.
La prueba está en las cifras. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística sobre esta situación, que se refieren a 2013, solo 194 de las parejas que se divorciaron en Málaga compartieron la custodia del menor, lo que representa un 5,4 por ciento del total de rupturas. De hecho, pese a la voluntad transmitida desde la Justicia por impulsar esta resolución cuando se acaba el matrimonio, lo cierto es que se ha producido una regresión desde 2008, cuando el porcentaje de parejas que accedieron a un régimen de corresponsabilidad sobre sus hijos fue del 9,6 por ciento, es decir, casi el doble que la última cifra que se conoce.
Después de 18 años en los Juzgados de Familia de Málaga y de haber divorciado a 15.000 parejas, el juez José Luis Utrera conoce bien esta realidad. Al respecto, explica que, pese a la voluntad de promover la custodia compartida como la mejor fórmula para el menor, la sociedad aún no la tiene interiorizada. Por ejemplo, el magistrado insiste en que muchas mujeres se sienten señaladas si no consiguen o luchan por la custodia monoparental.
El responsable de Familia del Colegio de Abogados de Málaga, Juan José Reyes Gallur, asegura que la sociedad tiene aún una visión machista en la que piensa que el padre no está igual de capacitado que la madre para cuidar del pequeño. «Es algo que hay que cambiar», apunta.
De hecho, antes de llegar a juicio, muchos de los progenitores pactan la custodia monoparental. El decano de los abogados malagueños, Francisco Javier Lara, afirma que esto se produce así por el temor de ir a juicio, ya que si no hay acuerdo para la custodia compartida por ambas partes, será muy difícil que sea el padre quien la obtenga. «Acuerdan que la custodia la tenga la madre con unas condiciones de visita mucho mejores que las que, si no hay acuerdo, serán fijadas por el juez en sala. Sabe que si va a juicio lo tiene muy complicado», añade Lara.
El acuerdo
Es una realidad que se aleja de las intenciones respaldadas por el Supremo. También por los magistrados de los Juzgados de Familia, que se muestran favorables a la guardia y custodia compartida. De hecho, Reyes Gallur cuenta que, antes de empezar los juicios, los magistrados y los fiscales suelen defender que se intente llegar aun acuerdo en este sentido.
Es una postura que también defiende el decano de los abogados. Lara insiste en que otorgar la guardia y custodia compartida debería ser la norma y no una excepción. En este sentido, señala que la ruptura entre dos adultos no tiene que suponer la de un hijo y su padre.
Asegura que las partes deben estar en igualdad de condiciones tras una ruptura de la pareja y hacerse cargo de los hijos menores. «Tiene que haber un acuerdo en este aspecto, es indispensable, luego lo económico ya es otra batalla», señala.
Utrera, pese a que aboga por aplicar esta medida tras una ruptura, insiste en que hay que estudiar cada caso. Los magistrados deben tener en cuenta numerosos factores antes de fallar, como evaluaciones psicológicas de los padres, si hay incapacidades parentales, las relaciones de apego y luego decidir cuál es el sistema más adecuado.
La guardia y custodia compartida no es la única solución. Para Utrera lo más importante no es el régimen sino la coparentalidad responsable. Es decir, que los progenitores estén implicados en el cuidado y la educación de sus hijos.
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